martes, 7 de octubre de 2014

CAPÍTULO TRIGÉSIMO TERCERO DE "LAS WAALKYRIAS"



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                                                                 En uno de los edificios de la zona de Puerto Madero en Buenos Aires, frente a una mesa ovalada cubierta por una claridad reflectante que provenía de toda una pared de blindex que daba al Río de la Plata, allí tenía entonces sus oficinas la Organización Internacional para la Liberación de Personas Desaparecidas, con una sigla en inglés, IOFOVAP (Internacional Organization For Vanished People). Allí los recibió la Licenciada Laura Fernández, su Directora para América Latina, de gran presencia en los medios. Se sentaron, ella en la punta del óvalo, el Comisario Neptalí y Jorge Monsivais, acompañado de su esposa que no quiso faltar, en uno de los costados. Se habían presentado intercambiando sonrisas y manos amables. Las mujeres se besaron en ambas mejillas.
- Voy al grano, les explico cómo trabajamos – abrió Laura Fernández.
- Adelante, adelante, Licenciada – propició enseguida Jorge Monsivais que no quería perder ni hacer perder el tiempo.
- En Paraguay, como en otros países de la región, tenemos un Director regional con presencia en los medios. Aquí tenemos la ventaja que nos queda a tiro de Posadas. Llegamos al lugar sin aviso con un cuerpo de cien guardias armados con ametralladoras y chalecos antibalas, el Director regional y en este caso iría yo también por tratarse de una chica argentina, llevamos camarógrafos y periodistas y un oficial de justicia con una orden de allanamiento preventiva del juez local que es obtenida previamente por nuestros abogados, efectivos del ejército rodean antes del operativo el lugar porque trabajamos en consonancia y con el auxilio de las fuerzas armadas. Lo más importante para que el operativo no fracase es que la cautiva se encuentre allí. Si no está debemos pedir disculpas por las molestias ocasionadas y nos tenemos que volver como vinimos – La Licenciada Laura Fernández hizo silencio y miró a todos a los ojos.
- Yo le garantizo, Licenciada, que Malena Margarita Monsivais está allí, tengo un excelente informante que jamás ha fallado, no revelé ni revelaré jamás su nombre, obviamente por razones de seguridad – El Comisario Neptalí pensó en encenderse un cigarrillo después de su explicación pero se contuvo. Había observado la enorme cantidad de carteles con la leyenda “Prohibido fumar” desde que ingresara al edificio.
- El problema se plantea desde hoy hasta la fecha del operativo, ningún atisbo de información debe filtrarse. En otro caso el rescate fracasaría – insistió la Licenciada – Ellos sacarían a Malena de allí y no habría en adelante forma de ubicarla.
- ¿Así que en eso consiste todo su secreto, en esconder a la gente? – Hilda Margarita Punjab de Monsivais, que no había hablado hasta ese momento, no pudo evitar el comentario. No era experta en cuestiones jurídicas pero le parecía mentira que los delincuentes, tratantes de blancas, proxenetas hechos y derechos, pudieran salvarse de la ley con tan simple expediente.
- Y, es así, Señora Monsivais, lamentablemente. No todas las legislaciones son iguales pero sí son idénticas y coinciden en considerar delito la privación ilegítima de la libertad, el retener una persona contra su voluntad y, en éste caso, además, obligarla a prostituirse.
- Si mi hija es hallada, qué ocurre entonces Licenciada.
- Constituidos en el lugar labramos un acta con su declaración en la que debe constar que está allí contra su voluntad, lo hacemos en presencia de testigos y de los medios, la firman ella, los testigos y el oficial de justicia…
- ¿Y las detenciones, detienen a alguien? – Jorge Monsivais quería explorar las posibilidades de enfrentamiento entre gente armada.
- No detenemos a nadie porque, para eso, deberíamos llevar una orden de detención y a esa no la podemos obtener hasta no reunir mayor cantidad de pruebas. La principal es la declaración de su hija frente al juez.
- ¿No basta con lo que declara en ese momento? – se asombró de nuevo Hilda Margarita
- No basta. En muchos casos ocurre que las chicas a rescatar han recibido tantas palizas y amenazas que declaran que no están allí contra su voluntad sino por decisión propia y entonces todo el operativo fracasa. Por eso, pedimos únicamente que digan que están allí contra su voluntad. Lo hacemos también para evitar represalias porque cuando las mujeres, histéricas muchas veces, se ponen a gritar y acusan a alguien en particular, al acusado no lo encontramos más. Pero el objetivo es liberar cautivas. Llegar a los proxenetas requiere más paciencia y trabajo.
- ¿Y si se portara además una orden de detención? – se impacientó Monsivais.
- ¿Sin pruebas que la avalen? – preguntó Neptalí dirigiéndose a Monsivais.
- Los abogados del proxeneta obtendrían inmediatamente la declaración de nulidad de la orden. Por otra parte ya nos ha sucedido, tenemos una larga experiencia en el tema. – Tras el comentario de la Licenciada Fernández se hizo un silencio, que ésta aprovechó para continuar:
- El gran inconveniente que enfrentamos es la publicidad de un procedimiento judicial en el caso de desaparición de personas, por eso hay que denunciar el secuestro y hacerlo en Encarnación ante un Juez que ya ha colaborado con nosotros en oportunidades anteriores, sin publicidad ninguna porque eso alerta a los explotadores de mujeres que ganan muchísimo dinero y van desplazando y disfrazando a sus pupilas de un sitio a otro.
- ¿Cuánto ganan aproximadamente? – quiso saber Monsivais.
- Se calcula que cada una de estas chicas produce un promedio de cinco mil dólares diarios – aclaró la Licenciada – Estamos hablando de un negocio millonario en dólares que tiene comprados muchos silencios y que genera una gigantesca complicidad que infecta y viene corrompiendo, como tantos negociados, muchos estamentos del poder y contra el cual hay que luchar casi en secreto, en la clandestinidad y que nos tiene acostumbrados a ganarle sólo modestas escaramuzas.
Todos se miraron. Los padres de Malena y el Comisario Neptalí tenían frente a sus ojos la pared transparente, la bruma sobre las aguas rosadas del Río de la Plata y el horizonte esmerilado a los lejos donde las distancias se confundían sin mostrar esa línea definida de curvatura terrestre que suele consolar las conciencias con su ilusión de infinito.

 Amilcar Luis Blanco


1 comentario:

  1. Dura historia, muy bien narrada e hilada. Lástima que hechos como estos continúen ocurriendo y quienes los miran sean ciegos corruptos que lo propician y forman incluso parte de la trama. Cuando piensas en estas cuestiones no puedo evitar que venga a mi mente algo que me gustaría no fiera real, pero sí, en muchos casos: la clave para el éxito parece estar sin duda en el bolsillo y el gran protagonista es don dinero. ¡Felicidades Amílcar y gracias por compartir! Feliz día. Un abrazote :)

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