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En uno de los edificios de la zona de
Puerto Madero en Buenos Aires, frente a una mesa ovalada cubierta por una
claridad reflectante que provenía de toda una pared de blindex que daba al Río
de la Plata ,
allí tenía entonces sus oficinas la Organización
Internacional para la Liberación de Personas Desaparecidas, con una
sigla en inglés, IOFOVAP (Internacional Organization For Vanished People). Allí
los recibió la
Licenciada Laura Fernández, su Directora para América Latina,
de gran presencia en los medios. Se sentaron, ella en la punta del óvalo, el
Comisario Neptalí y Jorge Monsivais, acompañado de su esposa que no quiso
faltar, en uno de los costados. Se habían presentado intercambiando sonrisas y
manos amables. Las mujeres se besaron en ambas mejillas.
-
Voy al grano, les explico cómo trabajamos – abrió Laura Fernández.
-
Adelante, adelante, Licenciada – propició enseguida Jorge Monsivais que no
quería perder ni hacer perder el tiempo.
-
En Paraguay, como en otros países de la región, tenemos un Director regional
con presencia en los medios. Aquí tenemos la ventaja que nos queda a tiro de
Posadas. Llegamos al lugar sin aviso con un cuerpo de cien guardias armados con
ametralladoras y chalecos antibalas, el Director regional y en este caso iría
yo también por tratarse de una chica argentina, llevamos camarógrafos y
periodistas y un oficial de justicia con una orden de allanamiento preventiva
del juez local que es obtenida previamente por nuestros abogados, efectivos del
ejército rodean antes del operativo el lugar porque trabajamos en consonancia y
con el auxilio de las fuerzas armadas. Lo más importante para que el operativo
no fracase es que la cautiva se encuentre allí. Si no está debemos pedir
disculpas por las molestias ocasionadas y nos tenemos que volver como vinimos –
La Licenciada Laura
Fernández hizo silencio y miró a todos a los ojos.
-
Yo le garantizo, Licenciada, que Malena Margarita Monsivais está allí, tengo un
excelente informante que jamás ha fallado, no revelé ni revelaré jamás su
nombre, obviamente por razones de seguridad – El Comisario Neptalí pensó en
encenderse un cigarrillo después de su explicación pero se contuvo. Había
observado la enorme cantidad de carteles con la leyenda “Prohibido fumar” desde
que ingresara al edificio.
-
El problema se plantea desde hoy hasta la fecha del operativo, ningún atisbo de
información debe filtrarse. En otro caso el rescate fracasaría – insistió la Licenciada – Ellos
sacarían a Malena de allí y no habría en adelante forma de ubicarla.
-
¿Así que en eso consiste todo su secreto, en esconder a la gente? – Hilda
Margarita Punjab de Monsivais, que no había hablado hasta ese momento, no pudo
evitar el comentario. No era experta en cuestiones jurídicas pero le parecía
mentira que los delincuentes, tratantes de blancas, proxenetas hechos y
derechos, pudieran salvarse de la ley con tan simple expediente.
-
Y, es así, Señora Monsivais, lamentablemente. No todas las legislaciones son
iguales pero sí son idénticas y coinciden en considerar delito la privación
ilegítima de la libertad, el retener una persona contra su voluntad y, en éste
caso, además, obligarla a prostituirse.
-
Si mi hija es hallada, qué ocurre entonces Licenciada.
-
Constituidos en el lugar labramos un acta con su declaración en la que debe
constar que está allí contra su voluntad, lo hacemos en presencia de testigos y
de los medios, la firman ella, los testigos y el oficial de justicia…
-
¿Y las detenciones, detienen a alguien? – Jorge Monsivais quería explorar las
posibilidades de enfrentamiento entre gente armada.
-
No detenemos a nadie porque, para eso, deberíamos llevar una orden de detención
y a esa no la podemos obtener hasta no reunir mayor cantidad de pruebas. La
principal es la declaración de su hija frente al juez.
-
¿No basta con lo que declara en ese momento? – se asombró de nuevo Hilda
Margarita
-
No basta. En muchos casos ocurre que las chicas a rescatar han recibido tantas
palizas y amenazas que declaran que no están allí contra su voluntad sino por
decisión propia y entonces todo el operativo fracasa. Por eso, pedimos
únicamente que digan que están allí contra su voluntad. Lo hacemos también para
evitar represalias porque cuando las mujeres, histéricas muchas veces, se ponen
a gritar y acusan a alguien en particular, al acusado no lo encontramos más.
Pero el objetivo es liberar cautivas. Llegar a los proxenetas requiere más
paciencia y trabajo.
-
¿Y si se portara además una orden de detención? – se impacientó Monsivais.
-
¿Sin pruebas que la avalen? – preguntó Neptalí dirigiéndose a Monsivais.
-
Los abogados del proxeneta obtendrían inmediatamente la declaración de nulidad
de la orden. Por otra parte ya nos ha sucedido, tenemos una larga experiencia
en el tema. – Tras el comentario de la Licenciada Fernández
se hizo un silencio, que ésta aprovechó para continuar:
-
El gran inconveniente que enfrentamos es la publicidad de un procedimiento
judicial en el caso de desaparición de personas, por eso hay que denunciar el
secuestro y hacerlo en Encarnación ante un Juez que ya ha colaborado con
nosotros en oportunidades anteriores, sin publicidad ninguna porque eso alerta
a los explotadores de mujeres que ganan muchísimo dinero y van desplazando y
disfrazando a sus pupilas de un sitio a otro.
-
¿Cuánto ganan aproximadamente? – quiso saber Monsivais.
-
Se calcula que cada una de estas chicas produce un promedio de cinco mil
dólares diarios – aclaró la
Licenciada – Estamos hablando de un negocio millonario en
dólares que tiene comprados muchos silencios y que genera una gigantesca
complicidad que infecta y viene corrompiendo, como tantos negociados, muchos
estamentos del poder y contra el cual hay que luchar casi en secreto, en la
clandestinidad y que nos tiene acostumbrados a ganarle sólo modestas
escaramuzas.
Todos
se miraron. Los padres de Malena y el Comisario Neptalí tenían frente a sus
ojos la pared transparente, la bruma sobre las aguas rosadas del Río de la Plata y el horizonte
esmerilado a los lejos donde las distancias se confundían sin mostrar esa línea
definida de curvatura terrestre que suele consolar las conciencias con su
ilusión de infinito.
Amilcar Luis Blanco
Dura historia, muy bien narrada e hilada. Lástima que hechos como estos continúen ocurriendo y quienes los miran sean ciegos corruptos que lo propician y forman incluso parte de la trama. Cuando piensas en estas cuestiones no puedo evitar que venga a mi mente algo que me gustaría no fiera real, pero sí, en muchos casos: la clave para el éxito parece estar sin duda en el bolsillo y el gran protagonista es don dinero. ¡Felicidades Amílcar y gracias por compartir! Feliz día. Un abrazote :)
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