miércoles, 15 de octubre de 2014

CAPÍTULO TRIGÉSIMO SÉPTIMO DE "LAS WALKYRIAS"



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                                                      A veces, antes de regresar a la villa, me pongo a caminar. Se que no te importará porque, ahora, desde que volviste a la casa de los Marchanta, estás de buen humor y no me reprochás nada. Pero, como te decía, me pongo a caminar y a pensar, aunque llueva. A mi la lluvia no me espanta, ni el viento, ni el frío de la tarde, porque a esa hora comí y ya estoy preparado y abrigado para resistirlo. Lo que no puedo negar es que la soledad sí me afecta, más que cualquier cosa. Cuando llego a casa y estás preparando la cena me siento acompañado por el sólo hecho de que estés, con eso me basta ¿Sabes por qué? Porque dejo de pensar en nosotros, me hago la ilusión de que estás sintiendo lo mismo que yo. Que si yo no estuviera te sentirías tan sola como suelo sentirme yo en el Fernández o en la vuelta a casa ¡Bah! Durante todo el entero día en que no te tengo al lado ¿Te conté ya que en el Fernández hay una morochita que se te parece bastante? La diferencia es que me mira también bastante y con mas ganas que vos. Hasta me hace caídas de ojos. El Cholo, mi compañero, me dice que por qué no me le tiro, pero yo pienso ¿Para qué? Si me llega a decir que sí, qué hago, dónde la invito. Y si me llegara a invitar ella después tendría un compromiso. A la larga me complicaría la vida. Tendría que empezar a mentirte a vos, Edelmira, y quién sabe qué pasaría. No me parece lo mejor. No creo que tampoco, por eso, dejara de sentirme solo, únicamente me complicaría la vida y seguiría estando tan solo como antes. Porque lo que pienso no me lo sacaría esa chica de la cabeza. Seguiría pensando en vos, Edelmira. Yo creo que con vos tengo una obsesión. Y ni contar con que no podría con esa chica tener la misma experiencia que tuve con Candela. Con Candela se que no tengo compromiso, ella sabe que me vuelvo a la Capital y que estoy casado con vos y no le importa. En cambio a esta enfermita no la conozco. Lo único que vi de ella, de ojito, fue su historia clínica. Vino por una operación de quiste ovárico. Le sacaron el quiste, estuvo cinco días, pero sigue viniendo a la consulta y cada vez que me ve me hace la caída de ojos. Ahora, me pregunto por qué tengo yo una obsesión con vos, porque no me parece bien. Tal vez porque nos conocimos de tan chicos y siempre estuve enamorado, tal vez porque me tratás con cierta distancia aunque seas mi mujer. Eso de mi mujer es una forma de decir porque, bien mirado ¿Qué podría querer decir? Nadie es de nadie ¿O sí, o habrá alguna forma de asegurar que alguien pueda ser de alguien? Por amor, digo, siempre por amor”.-

Amilcar Luis Blanco   (Pinturas de María Amaral)

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