37
“A veces, antes de regresar a la villa, me pongo a caminar. Se que no te
importará porque, ahora, desde que volviste a la casa de los Marchanta, estás
de buen humor y no me reprochás nada. Pero, como te decía, me pongo a caminar y
a pensar, aunque llueva. A mi la lluvia no me espanta, ni el viento, ni el frío
de la tarde, porque a esa hora comí y ya estoy preparado y abrigado para
resistirlo. Lo que no puedo negar es que la soledad sí me afecta, más que
cualquier cosa. Cuando llego a casa y estás preparando la cena me siento
acompañado por el sólo hecho de que estés, con eso me basta ¿Sabes por qué?
Porque dejo de pensar en nosotros, me hago la ilusión de que estás sintiendo lo
mismo que yo. Que si yo no estuviera te sentirías tan sola como suelo sentirme
yo en el Fernández o en la vuelta a casa ¡Bah! Durante todo el entero día en
que no te tengo al lado ¿Te conté ya que en el Fernández hay una morochita que
se te parece bastante? La diferencia es que me mira también bastante y con mas
ganas que vos. Hasta me hace caídas de ojos. El Cholo, mi compañero, me dice
que por qué no me le tiro, pero yo pienso ¿Para qué? Si me llega a decir que
sí, qué hago, dónde la invito. Y si me llegara a invitar ella después tendría
un compromiso. A la larga me complicaría la vida. Tendría que empezar a
mentirte a vos, Edelmira, y quién sabe qué pasaría. No me parece lo mejor. No
creo que tampoco, por eso, dejara de sentirme solo, únicamente me complicaría
la vida y seguiría estando tan solo como antes. Porque lo que pienso no me lo
sacaría esa chica de la cabeza. Seguiría pensando en vos, Edelmira. Yo creo que
con vos tengo una obsesión. Y ni contar con que no podría con esa chica tener
la misma experiencia que tuve con Candela. Con Candela se que no tengo
compromiso, ella sabe que me vuelvo a la Capital y que estoy casado con vos y no le
importa. En cambio a esta enfermita no la conozco. Lo único que vi de ella, de
ojito, fue su historia clínica. Vino por una operación de quiste ovárico. Le
sacaron el quiste, estuvo cinco días, pero sigue viniendo a la consulta y cada
vez que me ve me hace la caída de ojos. Ahora, me pregunto por qué tengo yo una
obsesión con vos, porque no me parece bien. Tal vez porque nos conocimos de tan
chicos y siempre estuve enamorado, tal vez porque me tratás con cierta
distancia aunque seas mi mujer. Eso de mi mujer es una forma de decir porque,
bien mirado ¿Qué podría querer decir? Nadie es de nadie ¿O sí, o habrá alguna
forma de asegurar que alguien pueda ser de alguien? Por amor, digo, siempre por
amor”.-
Amilcar Luis Blanco (Pinturas de María Amaral)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Cualquier comentario es bienvenido pero me reservo el derecho de suprimir los que me parezcan mal intencionados o de mal gusto.