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“Viste que yo te decía el otro día, en éstas conversaciones que mantengo
con vos a solas, aunque las hable sólo conmigo, que todos llevamos adentro de
nosotros un lobo, lo que tenemos guardado, que todas las personas usamos
máscaras, nos ponemos disfraces, bueno, te lo vuelvo a recordar por aquello que
te decía también de las bellezas buenas y las bellezas malas. Los mariquitas y
las marimachos, para mí, Edelmira, que soy un laburante, que soy un tipo que no
ha vivido muchos carnavales de placer, todos mis carnavales fueron de pobre, de
murga, de corso, como te decía, las mariquitas y las marimachos son mascaritas,
máscaras, disfraces, en algunos casos logran parecer bellos, hermosos, pero son
malos, Edelmira, ojo, son malos. Te pregunté alguna vez si no te parecía
sospechosa por cómo actuaba la señora Elena Marchanta, con todos esos piropos que
le escucho que te dice, acá en la villa, cuando venía más seguido a la sociedad
de fomento, y también las veces que he ido circunstancialmente a lo de los
Marchanta a buscarte. Exagerados, Edelmira, exagerados, son piropos de
marimacho. Ella trata de tener sobre vos un ascendiente y lo peor es que lo
consigue. Logra que estés detrás de ella, atenta a todas sus pelotudeces,
porque cuando perdió a los viejos en el accidente, vaya y pase, todos nos
compadecíamos y la entendíamos, pero ahora, que pretenda siempre que estés con
ella porque se siente sola y que vos le des toda la bola del mundo ¡Es el
colmo! Es el colmo y estoy podrido, y te lo digo serenamente, es decir, lo
pienso y no te lo digo, como tantas veces. Me callo, te respeto, pero ¿Hasta
cuándo, Negra, hasta cuando le vas a hacer el tren a esa paspada? Muchas
sonrisas de aquí y de allá, mucha coquetería y buenos vestidos, muchos regalos
e invitaciones a los cines y los teatros pero ¿Vos sabés la loba que debe tener
oculta esa mina? Porque, que yo sepa, no se le conocen novios, no hay un macho
que le arrastre el ala ¿No te parece raro? Toda mina bonita y que está buena ¡Y
la marchanta está buena! Cómo estará que aquí, en la villa, en la sociedad de
fomento, hay varios que me preguntan por ella y se la quieren apuntar, sin embargo,
ella, más fría que un témpano, no le da bola a nadie ¿No te despierta
sospechas? A mí sí. Hay disfraces Edelmira, lobos con piel de cordero y lobas
que parecen ovejas”
Amilcar Luis Blanco
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