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- Somos walkyrias – dijo Sonia. Eran las cuatro de la mañana, ya no
quedaban clientes y Malena la había invitado a su habitación a compartir un
whisky. Le hizo el comentario mientras se desperezaba extendida sobre el lecho
corazón.
-
Somos espectros, o sea, sombras, desprendimientos de nosotras mismas, de lo que
creemos que somos o fuimos. Así me siento ahora que estiro los huesos de mi
cuerpo.
Malena
se echó a su lado. Las dos yacían desnudas bajo sus batas de color verde agua,
casi blancas, translúcidas.
-
A ver ¿Por qué lo decís? – inquirió Malena pasándole la punta de los dedos de
su mano sobre la frente para arreglarle parte del flequillo que caía hasta sus
cejas espesas, casi cubriéndole la mirada celeste.
-
Lo digo porque jamás he conseguido nada de lo que me propuse en la vida y,
además, por verme como me veo y por considerarme la única culpable de estar
aquí, convertida en esclava
-
¿Cómo llegaste aquí?
-
Como una estúpida mimada y consentida, porque esa era yo. Mis padres,
permisivos hasta la manija, jamás me prohibían nada y yo le daba, yo seguía,
cada vez más. En vez de elegir lo bueno, aunque resultara un poco sacrificado,
elegía lo fácil. Ir a bailar y volver a la madrugada todo lo que podía, tener
la mente vacía Hasta que decidí viajar a la Capital , yo era de Benavidez, una localidad del
interior, mi padre, médico, no me hacia faltar nada. Estaba bien, pero, como te
digo, vi un aviso en el diario, pedía chicas con vocación para ser bailarinas,
modelos o actrices, fui, era una academia, me sacaron fotos en todas las
posiciones, después dijeron que me aceptaban, que ellos eran los agentes de
relaciones públicas de la agencia y que debíamos hacernos conocer. Así, nos
invitaban a homenajes, agasajos, reuniones sociales, nos presentaban tipos,
empresarios, influyentes, según ellos. Les debíamos seguir el tren, hacer de
acompañantes, aceptarles las invitaciones, los regalos. Mi salida fatal de
Argentina se produjo cuando acepté la invitación de un ejecutivo colombiano que
me llevó a Bogotá de dama de compañía. Se fue del hotel de golpe dejándome
sola, la agencia pagó mi cuenta pero quedé comprometida a prestar servicios
para devolverles el préstamo, serían servicios de relaciones públicas. Mientras
tanto, como una idiota, de fiesta en fiesta, comencé a fumar marihuana, me hice
adicta, tenía que disponer de efectivo para adquirir los porros. Así fue que
empecé a cobrar mis servicios que no sólo eran ya de relaciones públicas sino
también de relaciones privadas.
-
O sea, como dice el tango, “vos rodaste por tu culpa y no fue inocentemente,
berretines de bacana que tenías en la mente”- Malena se arrepintió de su
comentario, que medio cantó, cuando advirtió, levantándole el flequillo que
tendía a caerle sobre los ojos que una lágrima rodaba sobre la mejilla de su
amiga.
-
¡Eh, loca, pará, no te pongás tan mal, no llorés! Era un chiste.
-
No, no, si tenés razón.Me convertí en lo que ahora soy, una puta cualquiera
Aquí caí por un empresario que me alzó de Buenos Aires y me trajo a Asunción.
Me pagó un toco antes, pero del aeropuerto de Asunción me cargó en un
helicóptero que me dejó acá y ahí sí comencé a trabajar a reglamento.
-
¿Pero, y tu papá médico, tu familia?.
-
Con ellos perdí contacto hace mucho. Desde Buenos Aires cada tanto los llamaba,
hasta que un día, en vísperas de mi viaje a Bogotá, discutí mal con mi vieja
por teléfono y terminé mandándola al diablo y cortamos relaciones
definitivamente. Ella me contestó con su orgullo herido que no quería verme
nunca más ¿Qué se yo? Calculo que después me habrán buscado, quizás todavía me
estén buscando.
-
¿Y qué vas a hacer ahora?
-
¿Qué podría hacer, qué se te ocurre?
-
No se.
-
Yo si se, podríamos pasarla muy bien.
-
¿Cómo?
-
Esperá – Sonia se incorporó y abandonó la habitación. Malena se quedó un rato
pensando si seguirla o no. Antes de que lo decidiera, Sonia reapareció, traía
en su mano un objeto transparente de color encarnado. Se lo arrojó a Malena
sobre la falda. Malena se encogió en un movimiento reflejo, pensó en un bicho
desagradable.
-
¡Guacha! – gritó - ¿Qué es?
-
Miralo.
Malena
observó el objeto encarnado y transparente. Por fin se dio cuenta de que se
trataba de un consolador.
Amilcar Luis Blanco ("El beso de la walkyria" de Hans Markat.- "Las dos amigas", cartón pintado por Toulousse Lautrec)
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