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“Anoche, cuando regresaste de lo de Elena, estabas contenta, radiante,
como si hubieras recuperado las ganas de vivir. Ya no eras la misma que había
estado en La Paz. Había
desaparecido tu cara de culo. Eso prueba lo que digo, Negra, a vos te interesa
mas estar con Elena que conmigo, que con ninguna otra persona en el mundo ¿Cómo
no me voy a poner celoso? Vos me dirás o me preguntarás si nunca te fui infiel,
si nunca me tenté con otra mina y no te voy a decir que no, pero, eso sí, lo
que nunca hice fue mentirle a nadie. Porque calculá vos que para salir, por lo
menos acá en Buenos Aires, con otra mina tenés que tener guita. La tenés que
invitar, pagarle el telo por lo menos y si me dijeran: pero, boludo, podes ir a
la casa, te contestaría que sí siempre que no le tuviera que hacer el verso,
porque eso sí que no me gusta. Por eso, Edelmira, ser pobre es como ser viejo,
o feo, tenés todo limitado con relación a las mujeres, a no ser que sean ellas
las que, por casualidad o porque les caíste en gracia te inviten, pero eso pasa
cada muerte de obispo en la vida de un cristiano. Pero sí, tuve una muerte de
obispo y fue el verano pasado, la única vez en nuestra vida de casados que te
fui infiel. Ese verano en el que vos saliste con Malena esa tarde y llegaste a
cualquier hora. Bueno, una tarde de aquéllas, me encontré con Candela ¿Te
acordás de Candela? Ella fue compañera nuestra en el primario. “Voy a la
talabartería de Oroná” – me dijo- “¿Me querés acompañar? – Preguntó – “Sí, te
acompaño” – le dije. Y no va que cuando damos la vuelta a la manzana de lo del
viejo Oroná me agarró al voleo, del cuello, y me estampó un chupón la loca.
Después me dijo que tenía un rancho y fuimos. Nos acostamos en un colchón
grande de dos plazas que tenían ahí para escardarle la lana. Olía a humo, a
rancho, pero no me importó La cuestión que nos echamos un buen polvo con la Candela ¿Qué querés? No es
que esté chocho por haberte engañado pero es un poco el resultado de tu
indiferencia ¿Qué tendrá la
Elena que no tenga yo? ¿La guita, que te regaló una
bicicleta? Pero puede ser que una bicicleta te guste tanto, Negra. No, lo que
sigo pensando siempre es que vos te aburrís mucho conmigo. Vos necesitas
fiesta, conga, a vos los ojos se te ponen en un baile cuando sabés que la
señora te va a dejar ver el cable o te invita al cine o al teatro. Ya te invitó
algunas veces, cosa que yo jamás podría hacer ¿Cómo voy a salir yo con otras
minas, a menos que sean como Candela que prácticamente me agarró ella a mí? No,
sacátelo de la cabeza”.-
Amilcar Luis Blanco
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