18
“Algunas veces me pregunto si sentirías mi muerte, querida Edelmira.
Sobre todo cuando te noto tan ausente, cuando descubro que no estás conmigo aún
estando conmigo. Estoy seguro de que si tu amiga Malena se enterase en este
momento, cuando estará disfrutando de su vida con el otro, que don Anselmo
López cayó fulminado por el infarto, le importaría un carajo ¿O acaso me
equivoco? No lo creo. Porque ¿Qué es el interés por el otro, el amor por el
otro? Si no es capaz de cambiarnos la vida desde un principio, si no sirve para
hacernos vivir en función del otro, entonces se me ocurre que no es nada, que
es igual que cualquier otra cosa. Porque, a ver, pongamos el caso de la persona
que cambia su vida por el otro. Es decir, el caso de Anselmo López, equivocado
y todo. El viejo se casó loco perdido, le perdonó la deuda al consuegro, sólo
por estar con ella. Hasta le construyó un restaurante para hacerse perdonar sus
celos. Según me contó Edelmira le prometió que la iba a respetar, pero después
no lo pudo cumplir. Claro, era viejo, ella, joven y bonita, y estaba celoso y
los celos no lo dejaban en paz. Bueno, esto de estar celoso revela amor ¿Alguna
vez sentiste celos de mí, Edelmira? Porque yo sí, sólo que no te lo digo ni se
lo digo a nadie para no ofenderte, para no desilusionarte. Porque te se una
persona íntegra, así que con mis celos te ofendería. Pero, estar celoso es
estar enamorado, de eso estoy seguro. Lo digo porque hasta verte en compañía de
otra mujer, sobre todo de Elena, me pone celoso. Y también me puse celoso
aquella tarde que saliste a caminar con Malena y regresaste tan tarde. Parece
que la conversación de ellas te atrajera mucho más que la mía, que la compañía
de ellas te atrajera mucho más todavía que estar conmigo ¿O no es así? Bueno,
eso es lo que me dejan ver tus comportamientos, querida Edelmira. Aunque no te
lo dije nunca es lo que pienso. Y fijate vos qué curioso, cuando estamos en la
villa y vamos a la sociedad de fomento y se hacen las reuniones y está lleno de
hombres, jamás siento celos de ellos. Es que me parece que vos no les das mucha
bola, mejor dicho, nada de pelota, porque los veo pasar al lado tuyo, te miran,
te relojean, te sonríen, a veces te dicen cosas y es como que vos ni los ves,
ni los escuchas, ni les devolves un solo gesto. Esto me tranquiliza, me
tranquiliza y me enorgullece. Pero, en cambio, basta que aparezca Elena o aquí
Malena y a vos se te ilumina la cara. Se ve que los hombres, me incluyo, no te
despertamos gran entusiasmo ¿O no? Lo pienso para mí, jamás me atrevería a
preguntártelo ¿Por qué? No se, me daría vergüenza, pudor que le dicen. A lo
mejor vos te reirías y me contestarías una pavada y sanseacabó porque ahí vería
que lo que yo pienso son macanas, estupideces de tipo sin demasiado seso”.
Amilcar Luis Blanco (Litografía "Separación II" de Edward Munch)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Cualquier comentario es bienvenido pero me reservo el derecho de suprimir los que me parezcan mal intencionados o de mal gusto.