lunes, 8 de septiembre de 2014

CAPÍTULO DÉCIMO OCTAVO DE "LAS WALKYRIAS"


La obra robada. | ELMUNDO.es

                                                                18

                                                  “Algunas veces me pregunto si sentirías mi muerte, querida Edelmira. Sobre todo cuando te noto tan ausente, cuando descubro que no estás conmigo aún estando conmigo. Estoy seguro de que si tu amiga Malena se enterase en este momento, cuando estará disfrutando de su vida con el otro, que don Anselmo López cayó fulminado por el infarto, le importaría un carajo ¿O acaso me equivoco? No lo creo. Porque ¿Qué es el interés por el otro, el amor por el otro? Si no es capaz de cambiarnos la vida desde un principio, si no sirve para hacernos vivir en función del otro, entonces se me ocurre que no es nada, que es igual que cualquier otra cosa. Porque, a ver, pongamos el caso de la persona que cambia su vida por el otro. Es decir, el caso de Anselmo López, equivocado y todo. El viejo se casó loco perdido, le perdonó la deuda al consuegro, sólo por estar con ella. Hasta le construyó un restaurante para hacerse perdonar sus celos. Según me contó Edelmira le prometió que la iba a respetar, pero después no lo pudo cumplir. Claro, era viejo, ella, joven y bonita, y estaba celoso y los celos no lo dejaban en paz. Bueno, esto de estar celoso revela amor ¿Alguna vez sentiste celos de mí, Edelmira? Porque yo sí, sólo que no te lo digo ni se lo digo a nadie para no ofenderte, para no desilusionarte. Porque te se una persona íntegra, así que con mis celos te ofendería. Pero, estar celoso es estar enamorado, de eso estoy seguro. Lo digo porque hasta verte en compañía de otra mujer, sobre todo de Elena, me pone celoso. Y también me puse celoso aquella tarde que saliste a caminar con Malena y regresaste tan tarde. Parece que la conversación de ellas te atrajera mucho más que la mía, que la compañía de ellas te atrajera mucho más todavía que estar conmigo ¿O no es así? Bueno, eso es lo que me dejan ver tus comportamientos, querida Edelmira. Aunque no te lo dije nunca es lo que pienso. Y fijate vos qué curioso, cuando estamos en la villa y vamos a la sociedad de fomento y se hacen las reuniones y está lleno de hombres, jamás siento celos de ellos. Es que me parece que vos no les das mucha bola, mejor dicho, nada de pelota, porque los veo pasar al lado tuyo, te miran, te relojean, te sonríen, a veces te dicen cosas y es como que vos ni los ves, ni los escuchas, ni les devolves un solo gesto. Esto me tranquiliza, me tranquiliza y me enorgullece. Pero, en cambio, basta que aparezca Elena o aquí Malena y a vos se te ilumina la cara. Se ve que los hombres, me incluyo, no te despertamos gran entusiasmo ¿O no? Lo pienso para mí, jamás me atrevería a preguntártelo ¿Por qué? No se, me daría vergüenza, pudor que le dicen. A lo mejor vos te reirías y me contestarías una pavada y sanseacabó porque ahí vería que lo que yo pienso son macanas, estupideces de tipo sin demasiado seso”.

Amilcar Luis Blanco  (Litografía "Separación II" de Edward Munch)


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cualquier comentario es bienvenido pero me reservo el derecho de suprimir los que me parezcan mal intencionados o de mal gusto.