Estaban
en una Corte de Justicia, la
Corte Suprema de los Estados Unidos de América. Todos tenían
puestas sus togas negras. Se habían parado detrás de sus asientos de respaldos
altos en la alta sala y un ujier o secretario había proclamado con voz solemne que
la corte entraba en sesión y que quienes tuvieran reclamos para hacer los
hicieran, o algo así. Estaban frente a la pantalla del televisor de cincuenta y
dos pulgadas que era como un cine. Estaban sentados, Mara y él. Él había dejado
su whisky sobre la mesa transparente. Se había acomodado para contemplar más
cómodamente, la redundancia valía, la película. Un abogado joven personificado
por Andy García había ingresado como nuevo juez al supremo tribunal
federal para reemplazar a otro y decidir el veredicto final sobre un caso de
aborto en el que el Estado de Alabama había condenado a la mujer que abortó por
homicidio premeditado. Los abogados de la mujer habían demandado al Estado de
Alabama. El pronunciamiento abarcaría y decidiría varias cuestiones. Ernesto
trataba de concentrarse cada vez más en los diálogos pero el alcohol y el
trasiego del día, lo que había cenado, todo, se precipitaba sobre sus párpados,
los ojos se le cerraban y aunque Mara a su lado no pudiera verlo, detrás de sus
anteojos, él caía y caía en el sopor. Se desconectaba, caminaba sobre una playa
de canto rodado manchada por la sombra y una luz ferruginosa. Sus pies se
hundían en los pulidos cantos produciéndole una sensación de suave masajeo que
lo metía aún más en lo placentero de su ensoñación.
A ratos conseguía abrir brevemente los ojos y contemplar a
los togados que conversaban entre ellos pero enseguida, nuevamente, caía en el
invencible sopor. Su cuerpo vagaba por esa playa de sombras y era el de un
pescador ebrio, muy pobremente cubierto con ropas gastadas y la conciencia de
tener que llegar a una mísera casucha, tras los médanos, seguramente su hogar.
Cuando iba a trasponer la última colina de arena sintió que su cuerpo se
elevaba y también que las notas de una campana sostenían su vuelo. Pero un
martilleo que comenzó a sonar cada vez con más intensidad y provenía, en la película, del viejo que presidía el tribunal volvió a despertarlo
y ponerlo en la contemplación absorta de los togados. El más joven de ellos
detrás del púlpito comenzaba a hablar acerca de la vida. Era el personaje
interpretado por Andy García, de grave voz y concentrada fisonomía. Trató de
entender las palabras y las frases pero sintió que se extraviaba e internaba en
los significados sin poder relacionarlos. En realidad no importaba, cada
palabra tenía su propio ámbito, su valor y la potencia evocadora suficiente
como para volverlo a ese suelo sobre el que había volado y ahora descendía.
Ingresaba ya en la cabaña, mucho más allá de los médanos, en el centro de un
bosque y su hijo lo esperaba. Era Andy García y lo esperaba cómodamente
sentado en un espacioso living, le decía:
- ¿Estas listo?
- Sí, sí, lo estoy.- De pronto se sentía fuerte, sólido,
bien plantado y hasta aguerrido.
- He sabido, vos no lo ignorás, que de la primera aventura
erótica de mamá con vos, un hermano o hermana mía quedó en proyecto, o sea que
permitiste que abortara.
Él sentía que una espada lo había tocado y la estocada
había sido fuerte. La frase de su hijo había llegado a su costado como una
punta y filo de acero cortante, así que cayó herido. Varias voces a su alrededor,
muchas caras, muchas manos, se le plantaron sobre el cuerpo y entre todos lo
llevaron en andas. Escuchó a su hijo diciendo: "Llévenlo al hospital, esto
es sólo un juicio ..." Las voces, las manos, se perdieron y él se despertó y sus ojos
volvieron a la pantalla y sus oídos al audio pero ya sin entender lo que veía y escuchaba porque los sollozos lo sacudían y una montaña de pena transparente e intensa caía sobre el corazón de su vigilia.
Amilcar Luis Blanco ("La familia" por Egon Schielle)
Gracias por tu visita mi blog.
ResponderEliminarUn saludo
Gracias a vos María por haber devuelto la visita, un saludo
ResponderEliminarque maravilla
ResponderEliminarme fui comiendo tus letras una por una hasta llegar a la cuspide de un orgasmico final que no pensaba que tu historia iba a tener