jueves, 3 de mayo de 2012

JUGUETE DEL ALCOHOL (Cuento corto)










(Pintura: "Tanguería 3" por Diego Manuel Mumart)

Entramos en el salón a eso de las diez. No se veía casi nada, claros de luz únicamente. El amontonamiento de las sombras me pareció. La empujé un poco a la Nancy. La llevaba del hombro y de la cintura. Había mesas redondas y blancas y tocaban la cumparsita. Le dije a Nancy que fuéramos a la pista y fuimos y nos pusimos a bailar y de pronto me sentí extraño y la sentí a ella también en el aire. Sentí que no estábamos exactamente ahi, quiero decir en "Taconeando". Me dio la impresión de que éramos dos marionetas, como las del tango ese que canta Floreal Ruiz. Quiero decir, títeres, maniquíes, qué se yo. Además, que estábamos en cualquier parte. La cumparsita es triste ¿Sería eso?. Finalmente fue como que volví en mí, junto con ella siempre, como si los dos hubiéramos regresado de otro lugar. Sensación rara, no? Agarramos una mesa llamé al mozo y le pedí dos whiskys. A mí mismo me llamó la atención lo que había hecho porque por lo general para la Nancy pido una gaseosa. Pero ella no dijo nada. Me sonrió, me miró y sentí - cosa extraña de nuevo - como si se hubiera tragado la luna y le hubiera quedado en los ojos. Después los dos comenzamos, lentamente, trago a trago, a chuparnos ese líquido de miel y ahí fue que se me ocurrió preguntarle a la Nancy, cómo se sentía.- Me dijo: "un juguete del alcohol", cómo, le dije y siguió:
- Eso me siento, Negro, un juguete del alcohol...
Ahí era yo pero no era yo, fui el Negro que la miraba y la escuchaba, había soplado el humo de su cigarrillo y había como entrecerrado los ojos para mirarla mejor.
- Te explico, Negro, te explico - se apuró un poco Nancy, quería evitar mal entendidos - Es como cuando vos me empalás o empomás, bueno ...., o como cuando salgo de la fábrica y consigo un asiento junto a la ventanilla y la abro y el colectivo al que me subí empieza a caminar y el viento a darme en las mejillas. Ese viento fresco. Entonces entrecierro los ojos y no pienso en nada. Miro pasar las luces nada más y siento el viento en la cara y esa ligereza, esa libertad de ser llevada, y bueno lo mismo cuando me empujás. A mi me gusta que me empujés, Negro, jijiji. Me gusta que me llenés.
- ¿Y ahora?
- Ahora lo mismo, con el whisky. Al principio es como si hubiera tragado un pedazo de fuego, para qué te voy a mentir
- Y bueno, para eso están el agua y el hielo, no, para aliviar
- Claro, pero llega un momento que se te nubla Negro, un momento sin nada dentro, de vacío y, qué querés que te diga, no hay nada más lindo, me siento en las nubes...
- En realidad yo te preguntaba cómo te sentías cuando bailabámos el tango, la milonga...
- Pero ahora es la milonga o el tango con un poquito más, vos me serviste un whisky
y entonces me siento floja, suelta, como cuando hacemos el amor ...
- ¡Ah, jaja! Como cuando te empalo.
- ¡¡¡Eeesssaaaa!!!
Así dijo la Nancy y abrió la mano y sonrió todo a la vez y me la lanzó y se la agarré en el aire con la mía. La sentí chiquita, la abracé, le tomé los hombros, me sonreía y balanceaba la carita y me dio una ternura muy grande y tragué un poco más del whisky y le roce apenas la punta de la nariz con el pulgar. A ella le gustaba ese mimo. Después nos quedamos de nuevo escuchando a Pugliese.

Amílcar Luis Blanco

2 comentarios:

  1. Un cuento precioso, Amílcar, con la tristísima Cumparsita de fondo (todavía acabo de escucharla en tu otro blog) y ese whisky que le nubla la vista a la Nancy... y esos diálogos tan naturales.

    Me ha gustado mucho, si te digo la verdad es de los cuentos que te he leído que más me han gustado, y qué bonito te ha quedado eso de "como si se hubiera tragado la luna y le hubiera quedado en los ojos". Se nota que antes que narrador, eres Poeta, Maestro.

    Mis felicitaciones y muchos besos. Muy feliz fin de semana también, querido Amílcar.

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  2. Gracias por tu comentario para mi prosa, querida Mayte, mi única lectora, la única que me anima y consuela de tanto anonimato. Ahora, cuando contesto, he leido ya tu logradísimo poema, el último que has publicado en el que hablás del recuerdo borroso que deja lo individual frente a lo ideal. Me halaga que este cortísimo relato te haya gustado. Traté de darle toda la sencillez que pude y hacerlo también bien coloquial, creo, como decís, que es el buen camino.
    Un feliz domingo y millones de besos.

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