(Pintura de Francois Boucher sobre un dibujo de Watteau)
ACTO I
Escena Primera
(La escena en el living de un departamento con mesa y sillas y un
espacio alrededor sobre el cual caminarán los personajes, un poco
persiguiéndose mientras hablan pero de modo que los parlamentos y las réplicas
puedan distinguirse.- ) Personajes: Cecilia, Omar.- Cuando se levanta el telón,
Omar que acaba de llegar le entrega a Cecilia un ramo de rosas blancas con tres
rosas rojas en el medio, ella las recibe y las acomoda sobre el florero que hay.
Cecila
Tenemos que hablar me dijiste
Omar
Tenemos que hablar
Cecilia
(Sonriéndose, irónica, camina alrededor de él) ¿De qué? No será de rosas rojas en medio de rosas blancas. Me dijiste un día, tenés mi corazón entre tus manos y te contesté, viceversa, o sea, también vos tenés mi corazón en tus manos. Mis manos son blancas ...
Omar
(Interrumpiéndola, serio) No sigas, no sigas con todas esas fantasías, por favor.- Vos lo sabés bien de qué tenemos que hablar, de dejar lo nuestro, de terminar. No es posible seguir así. Hay que salir de este estado de encantamiento, de irrealidad.
- Cecilia:
Entonces para qué las rosas ¿Acaso estuviste hipnotizado?
-
Omar:
No, pero fue, es, como si lo estuviera
- Cecilia:
¿Por qué?
- Omar:
Caí bajo tu hechizo, bajo tu embrujo.
- Cecilia:
(Se pone muy seria, se detiene)¿Es una broma?
- Omar:
No, es lo que siento o lo que sentí
- Cecilia:
¿Y cuándo despertaste del hechizo?
- Omar:
Cuando me di cuenta de que extrañaba a mi mujer y a mi hijo
- Cecilia:
¿Pero entonces, qué fue lo que sentiste, lo que hubo entre nosotros,
alguna vez me amaste?
- Omar:
Por supuesto, sentí amor por vos
- Cecilia:
Estabas como loco
- Omar:
Sí, estaba como loco
- Cecilia:
Ahora no me podes salir con esto ¿Yo qué hago con todo lo que siento,
con todo lo que hice por vos, para vos, me querés decir qué hago?
- Omar:
No lo se
- Cecilia:
¡Claro, no lo sabés, no tenés ninguna responsabilidad!
- Omar:
Los sentimientos no tienen nada que ver con la responsabilidad
- Cecilia:
¡Ah, no! ¿Quién te dijo, dónde te enseñaron eso? Los sentimientos, si a
algo nos mueven es a sentirnos responsables. Los padres de los hijos, los hijos
de los padres, los hermanos entre sí, los amigos entre sí
- Omar:
Estás emparejando cosas muy distintas.
- Cecilia:
Vos te entregás como padre, como hijo, como hermano, como amigo, como
esposo, pero jamás como amante. Es decir tenés responsabilidad en todos esos
roles, menos en el de amante.
Omar:
Lo que no puedo entregar es mi libertad
Cecilia:
¿No la podés entregar como amante pero como todo lo demás sí?
Omar:
Exacto.
Cecilia:
Es decir, podés ser esclavo en tu trabajo, por ejemplo.
Omar:
Sabés de sobra por qué elegí la marina mercante.
Cecilia
¿Por qué?
Omar:
Porque viajo, porque voy de un puerto a otro, porque conservo mi
libertad
Cecilia:
Con ese criterio, ¿qué mujer elegirías como amante?
Omar:
Una que no existe, la que me permitiera conservar mi libertad
Cecilia:
Pero qué clase de libertad, porque en tal caso se trataría de una
libertad especial, la de poder tener otras mujeres como amantes, la de ser
promiscuo, la libertad de ser promiscuo, naturalmente sin comprometerte con
ninguna de tus aventuras
Omar:
¿Nunca te preguntaste si no será ese estado de no compromiso el único
posible frente a la vida sexual? No será que deberíamos poder acostumbrarnos a tener
sexo sin sentirnos atados…
Cecilia:
Es decir, a tener sexo sin sentir amor. A experimentarnos y tratarnos a
nosotros mismos como objetos, a utilizarnos como si fueran ustedes, los
hombres, consoladores y nosotras, las mujeres, algo así como muñecas
fornicables
Omar:
Te asombraría saber al grado de perfección al que se ha llegado en esta
materia
Cecilia:
No seas cínico ¿Acaso tu propia esposa, o yo misma, acabás de decir que
me amaste o que me amás, que te hechicé o qué se yo, somos para vos muñecas
fornicables, no somos algo más que eso?
Omar:
Por supuesto que son mucho más que eso
Cecilia:
¿Entonces por qué nos tratás como meros objetos?
Omar:
No las trato como objetos, las trato como seres humanos iguales a mí
Cecilia:
Bueno, vos te tratás como un objeto entonces.
Omar:
Esa conclusión es una falacia sacada de la filosofía que estudias o leés
en tu facultad.
Cecilia:
¿Cómo es eso?, explicámelo.
Omar:
Cuando estamos en el cuerpo a cuerpo del sexo o cuando cruzamos miradas
no somos únicamente objetos, obviamente, somos seres humanos traspasados por
sensaciones y sentimientos, por deseos, apetitos…
Cecilia:
Es decir, nos usamos. Sea que nos devoremos unos a otros, nos cojamos
unos a otros o nos follemos como se dice en España. En todos los casos nos
experimentamos. La interacción humana más íntima no es más que experimentación
para vos, experiencias.
Omar:
Sí, eso es, experimentación, experiencias ¿Hay algo más que experiencias
en la vida humana?
Cecilia:
Por supuesto que hay algo más. Hay dolores, sufrimientos, alegrías, gozos,
amores, odios, pero todas esas sensaciones y sentimientos además de
experiencias ligadas a nosotros son también tiempo, se dan en un único tiempo
que es nuestro tiempo. Somos tiempo y angustia, angustia de mortalidad, y nos
apegamos, nos enamoramos, establecemos una relación entre nuestro pasado,
nuestro presente y nuestro futuro y nos angustiamos por sabernos finitos. Somos
proyectos y no podemos concebirnos como amebas o fieras que viven experiencias
desapegadas, desperdigadas unas de las otras, sin hilo de continuidad ninguno.
No podemos andar como zombies, extrañándonos, alejándonos unos de otros,
convirtiéndonos en seres solitarios porque entonces, Omar, en algún momento, la
angustia caerá sobre nosotros como una montaña y nos aplastará. Por eso
sentimos culpa, por eso nos responsabilizamos. Nos defendemos de la angustia y
la certeza de tener que morir.
Omar:
Yo no vivo así, yo no pienso en la muerte.
Cecilia:
La respuesta de un estúpido, de un verdadero estúpido, Mirá Omar esa
estupidez te salva, agarrá tus cosas y andate y no vuelvas más a mi vida. No
quiero oírte ni verte más.
Omar:
Pero te vas a angustiar si me voy
Cecilia:
No, porque pensaré en lo estúpido que sos y en que cuando me acompañabas
todo era un simulacro. Pensaré que a tu lado estaba sola y no lo advertía. Así
que seguiré mi vida, sola. Andáte ya.
Telón
Escena Segunda
(En el
mismo living) Cecilia, Elena
Elena
(Entrando, se dirige a Cecila sentada en una silla y se inclina sobre
ella) Estás llorando ¡Por qué!, Cecilia, ¿por qué?
Cecilia
Porque se me contagió la estupidez, no importa
Elena
Importa, sí que importa ¿Cómo no va a importar?
Cecilia
¿Estabas escuchando?
Elena
Lo que pasa es que la puerta que da al living estaba medio abierta,
apenas entornada . . .
Cecilia
¿Estabas escuchando sí o no?
Elena
No lo pude evitar, te pido perdón
Cecilia
No seas pesada, por supuesto que te perdono. A mí qué me importa si
escuchaste, si el mundo entero escuchó. . .
Elena
Claro que sí querida, claro que sí, si tenés toda la razón. Todo lo que
le dijiste no es más que la pura verdad.
Cecilia
La cuestión es que ahora, la que sufre soy yo. Él se fue junto a la
gallina y sus pollitos, a seguir mintiendo y navegando y sintiéndose feliz en
ese limbo de permisiones y privilegios en el que viven los varones llamados
hombres y encima dándoles nombre a lo humano, como si fueran reyes.
Elena
No importa, no te preocupés. Él no vale nada. No merece que dejés caer
una sola lágrima por él. Esta noche vamos a bailar. Te invito a ese bar de
solos y solas a que nos tomemos unas copas. Por ahí, quién te dice, conocés a
alguien. . .
Cecilia
Estás loca, ¿te parece que, después de lo que me pasó, puedo sentir
deseos de conocer a alguien?
Elena
Podría ser, ¿Por qué no? Yo siempre estuve y estoy llena de deseos
contradictorios
Cecilia
¡Yo no, menos ahora!
Elena
¿Pero acaso los deseos contradictorios no nacen de la rebelión? ¿Cuando
una se rebela contra las injusticias no responde un poco volviéndose
arbitraria, tan injusta como la injusticia que se está padeciendo?
Cecilia
¿Qué me querés decir? Estás enredándolo todo.
Elena
No, no, es claro para mí. Él te deja por otra que es su esposa y vos lo
dejás también a él por otro, un cualquiera que no conocés. Así cuando él vuelva
a buscarte – porque los hombres siempre regresan por más, vos tenés el talismán
(Elena se toca apenas la entrepierna pero de modo elocuente) – cuando él vuelva
a buscarte vos le hacés saber que ya no te interesa, que estás con otro
Cecilia
Eso en el supuesto de que él volviera a buscarme….(Pausa) Y, Elena, vos
sabés que él me interesa sobre todo por eso (Se toca desembozadamente la
entrepierna)
Elena
¿Es para tanto?
Cecilia
No te voy a engañar. No somos nenas. Y las mujeres, todas, algunas más
otras menos, somos un poco histéricas. Él es el único que me ha hecho sentir
orgasmos, a veces hasta diez. Él único hasta ahora que ha sabido cómo tratarme
como amante. Y, vos lo sabés, no es el único que he tenido. Ya tengo cuarenta y
cinco años y los he vivido sin prejuicios, buscando siempre mi felicidad, sin
preconceptos. Me costaría mucho ahora empezar de nuevo con un desconocido. Ir
de la realidad a la simulación. Sería un retroceso.
Elena
Ahora que te escucho pienso que yo he ido siempre de simulación en
simulación con alguna que otra realidad pero cuando me esperanzaba, la realidad
se me convertía enseguida en ficción. . .
Cecilia
Pero en ficción mala, al revés de la cenicienta.
Elena
Exactamente al revés (Pausa de un minuto durante el cual Elena se queda
contemplando a su amiga) ¿Sabés por qué te quiero y estimo tanto nuestra
amistad?
Cecilia
¿Por qué?
Elena
Por estas observaciones tan agudas e inteligentes que me hacés siempre y
que me demuestran que me comprendés (Cecilia va hasta su amiga se abrazan y se
besan y permanecerán así hasta que se apaguen las luces de la escena)
Telón
ACTO II
Escena Primera (Elena, Cecilia, Mozo, dos parejas bailando y un barman)
(La escena en un local de baile semi iluminado. Una barra, anaqueles con
botellas, detrás en un costado de la escena, dos mesitas con sus sillas, una
pequeña pista de baile, dos parejas bailando un tango en el centro. Un tango
lento. Entran Elena y Cecilia. Ocupan una mesa vacía)
Cecilia
(Dirigiéndose a Elena, despectiva) ¿Te gusta este antro?
Elena
No lo llames así, “antro”, es un salón de baile.
Cecilia
Vine porque insististe, para no escucharte más. Pero te recuerdo lo que
ya te advertí. Si hoy, en algún momento, alguien que me guste y acepte no me
invita a lo que sea, a bailar, a beber algo, no vengo más.
(Pausa. Se acerca el mozo bandeja en mano)
Mozo
(Dirigiéndose a Elena y Cecilia sentadas a la mesa) Buenas noches ¿Qué
se van a servir?
Elena
A mi tráigame un whisky con hielo
Mozo
Con hielo, muy bien (Dirigiéndose ahora a Cecilia) Y usted, señora, qué
quiere que le traiga.
Cecilia
A mi tráigame un fernet con cola
Mozo
Bien ¿Nada más?
Cecilia
Nada más (Retoma su charla con Elena, le habla irónicamente) Desde
aquélla lejana barra (Desde la barra tres muchachos levantan sus vasos hacia
ellas como brindando) ¿quiénes vendrán a buscarnos? Por lo pronto, me imagino
que los ves, ya están brindando a nuestra salud (Uno de ellos se baja del
taburete junto a la barra y se dirige directamente a Cecilia).
Joven
(Levantará de nuevo el vaso que lleva en una mano antes de detenerse
frente a ella y hablarle) Me llamo Facundo. Facundo quiere decir hablador,
charlatán, verborrágico. Pero en este caso estoy justificado
Cecilia
Ah sí ¿Por qué?
Joven
Porque su belleza me inspira
Cecilia
Mire usted. Y digo ¿Será mi belleza o los tragos que tiene adentro?
Joven
Sepa que no estoy borracho
Cecilia
¿Ah no?
Joven
No. En todo caso un poco alegre, más contento que lo habitual
Cecilia
¿Y qué es lo habitual? En usted digo
Joven
El aburrimiento y, a veces, como todos imagino, hasta la tristeza.
(En ese momento llegará el mozo con la bandeja trayendo los tragos
pedidos y los depositará sobre la mesa.- Se marchará en silencio.- El joven
acercará una silla y se sentará)
Joven
Perdón, ¿puedo?
Cecilia
(Dirigiéndose a Elena que hasta entonces habrá permanecido callada)
¿Puede? (Elena ampliará una sonrisa que ya se le insinuaba en el rostro desde
el inicio de la charla entre Cecilia y el joven y asentirá) Ya ve, mi amiga no
se opone ¿Decía usted?
Joven
Bueno, hablaba del aburrimiento y la tristeza. Decía que esta última, la
tristeza, se me da con menos frecuencia que el aburrimiento
Cecilia
Y, en su caso, ¿cómo es, cómo siente el aburrimiento?
Joven
Como un estar vacío, casi ausente, sin propósito. Andar por la casa
solitario…
Cecilia
(Interrumpiéndolo) ¿Usted vive solo?
Joven
Con mis padres. Son grandes, tienen costumbres de viejos
Cecilia
¡Ah, claro! ¿Y usted, qué costumbres tiene?
Joven
(Sonriéndose, desenfadado) De lo que soy, de joven. Vengo a bailar, por
ejemplo, como hoy. Bebo algunos tragos, converso con amigos, conozco mujeres
encantadoras como usted e intento conquistarlas, ligar, como se dice.
Cecilia
¿Y tiene éxito?
Joven
A veces
Cecilia
¿Y hoy, por ejemplo?
Joven
Dependerá de usted
Cecilia
¿Ah sí? ¿Y qué debería hacer yo para que usted tuviera éxito?
Joven
Para empezar animarse a tutearme
Cecilia
Hasta ahora usted no me tuteó
Joven
Ya mismo empiezo ¿Tenés ganas de bailar conmigo?
Cecilia
No todavía. En realidad tengo ganas de algo diferente
Joven
¿Cómo qué?
Cecilia
Salir de aquí, dejar a mi amiga, que ella haga lo que quiera. Ir con vos
a un sitio más íntimo para conocernos más íntimamente. Después que lo hayamos
hecho veremos. (El joven y Cecilia se incorporan, se toman de las manos y salen
juntos, ante la mirada absorta de Elena)
Telón
ACTO III
Escena Primera
(El cuarto de un hotel alojamiento con la cama de dos plazas y todo lo
demás) Cecilia y Joven.
Joven
¿Está bien, te gusta?
Cecilia
(Algo desdeñosa)Nunca me importaron demasiado las escenografías, son
patéticamente iguales o muy similares
Joven
Hacés mal
Cecilia
¿Por qué?
Joven
Porque no todo es igual, el alrededor influye. En mi humor por ejemplo
influye. No soporto el desorden y menos todavía la suciedad.
Cecilia
Bueno, esto no está ni sucio ni desordenado ¿Qué otras cosas influyen en
tu humor?
Joven
No sé.
Cecilia
(Se acerca a él, de modo que le apoya el cuerpo y comienza a
desprenderle la camisa)¿Te asustan las mujeres como yo?
Joven
(Retrocede un poco pero lentamente se entrega a las manos de Cecilia) ¿Y
cómo sos vos?
Cecilia
(Insinuándosele cada vez más, le besa los hombros ya desnudos) Y, tomo
la iniciativa, soy algo mayorcita
Joven
¡Me encanta, me encanta! (Se besan en la boca y él le quita el vestido
subiéndoselo por sobre la cabeza, continuarán besándose, desvistiéndose y
manoseándose hasta caer en la cama. Se apagarán las luces de escena y se
dejarán oír gemidos de ambos, exclamaciones que culminarán en lo que sugerirá
que el joven tuvo su orgasmo y Cecilia no lo tuvo)
Cecilia
(Vuelven las luces de escena y la muestran vistiéndose) Creo que ya
podríamos irnos
Joven
(Sorprendido, contrariado) ¿No querés quedarte un rato más?
Cecilia
(Indiferente, desdeñosa, mientras se peina frente a un espejo, ya
vestida) ¿Para qué?
Joven
Para que hiciéramos el amor de nuevo
Cecilia
(Suelta una carcajada) ¿A lo que hicimos vos le llamás amor?
Joven
(Manteniendo su desconcierto. Está vestido sólo con sus calzoncillos y
despeinado) ¿Cómo si no?
Cecilia
(Acentuando su desdén y ya pintándose los labios) Coger, querido,
follar, fifar. Usarnos el uno al otro. Estoy harta de eufemismos (Se dirige a
la puerta de la habitación) Y vámonos ya.
Joven
(Vistiéndose apresuradamente y tratando de contenerla, la toma por el
brazo) ¡Esperá, esperá! Antes de que nos vayamos, quisiera saber si te vas así,
tan apuradamente, porque no tuviste tu orgasmo conmigo
Cecilia
(Desafiante) ¿Y si fuera así, qué?
Joven
Te diría que te das por vencida muy fácilmente.
Cecilia
¡Ah sí! ¿Por qué?
Joven
Porque si vos me cogiste yo intenté, en cambio, hacerte el amor.
Cecilia
(Intenta desprenderse de la mano del joven que todavía la tiene tomada
por el brazo)¿Me estás tomando el pelo?
Joven
En absoluto, no te estoy tomando el pelo. Estoy tratando de hacerte
entender que el amor es paciencia, espera del otro. Es ver, escuchar, darse el
tiempo de conocer al otro y de hacerse conocer por el otro…
Cecilia
(Se desprende por fin de la mano del joven) ¡Que equivocado estás! Enamorarse
es que el otro te estremezca, te conmueva, te haga temblar.
Joven
Supongamos, y es evidente, que eso, aunque no conmigo, te ha ocurrido.
Es sexualidad pura, pero es apenas una parte del amor
Cecilia
(Aparenta algo de interés y detiene el ademán corporal de marcharse)
¿Ah, sí?
Joven
Sí, eso pasa siempre y en la mayoría de los casos dura muy poco. Lo
sexual es sólo una parte del amor. Mirá, desde mis quince años he tenido muchas
situaciones de intimidad con diferentes mujeres de distintas edades
Cecilia
(Sentándose en la cama ahora, irónica) ¡Ah, entiendo! Sos muy lindo, muy
macho. Has cogido mucho
Joven
Bueno, sí, bastante, y ¿sabés qué? Después de coger voy a casa, enciendo
la computadora, me meto en una página de mujeres solas que buscan citas ¿Y
sabés qué más?
Cecilia
(Un poco más interesada ahora, olvidándose súbitamente de su talante
irónico) ¿Qué más?
Joven
Entro en el perfil de cada una y descubro que lo que buscan es un
compañero para sus vidas, eso buscan. Están hartas de tanta soledad, de tanto
desencuentro. El desencuentro las vuelve frágiles, expuestas. Tienen miedo de
morir solas. No quieren sexo o sólo sexo, quieren compartir vida, quieren que
se las convide a vivir con amor, quieren amor mucho más que sexo.
Cecilia
(Algo conmovida, muestra en su rostro una expresión compungida) ¿Y vos,
serías capaz de darme amor?
Joven
(Se sienta a su lado, la abraza y besa en la boca) En este momento
siento que sería capaz de darte lo que me pidieras.
Telón
Escena Segunda
(En el mismo cuarto de hotel, Cecilia, Joven, han
terminado de tener relaciones. Están sentados en la cama)
Cecilia
Tengo una curiosidad
Joven
¿Cuál?
Cecilia
Las mujeres esas que me dijiste de internet que buscan compañías, en
promedio, ¿
qué edades tienen?
Joven
Todas de 50 para arriba. Son mujeres con experiencia.
Cecilia
Con vejez también o con gran miedo a envejecer, a no poder valerse por sí mismas en sus futuros.
Joven
Puede ser, no sé
Cecilia
Creéme que es así. En ellas no habla la vida, no habla la sangre. Ya no
sienten deseos. Ya la testosterona no les nubla la vista cuando un hombre les
gusta. En cada mirada, en cada cuerpo hay tiempo y el tiempo nos cambia, a
todos, sin excepción.
Joven
No digo que no tengas razón, pero sos muy contradictoria.
Cecilia
¿En qué ves mis contradicciones?
Joven
Quizás en que reconozcas que hay sentimientos fundados en necesidades
diferentes a las tuyas y no obstante sostengas que hay un solo tipo de amor, el
del sexo, el que te hace estremecer. El otro, el de las mujeres de más de 50,
no sería para vos amor, esas mujeres no estarían necesitadas de verdadero amor.
Cecilia
En ningún momento dije que las mujeres de más de 50 no necesiten amor,
pero una cosa es necesitar ese amor para ellas y otra, bien distinta, darlo
ellas para otros.
Joven
Bueno, sí, sea una cosa o la otra, dar o recibir, lo central acá sería
analizar la índole, la naturaleza del amor que se da o se recibe. Si doy buen
sexo doy placer en el momento en que alguien lo necesita, si doy comprensión,
contención, ternura, a quien atraviesa un dolor, un duelo, un peligro que lo
aterroriza o doy compañía a quien le aterra la soledad, aunque no de placer
orgásmico doy alegría, alivio, seguridad, esperanza a quien esté dolorido,
atemorizado, apenado o solo.
Cecilia
(Lo mira con ternura, le sonríe) Está bien, “touche”, como dicen los
franceses. En cuanto a la índole del amor que se da o recibe tenés razón.
Ahora, yo te hablé del tiempo, te dije que somos tiempo. Tengo 35 años y cierta
experiencia, a mi edad necesito todo lo que nombraste, orgasmos en primer lugar
y, en lo posible, de buena calidad, o sea sexo. En cuanto a lo demás,
comprensión, ternura, consuelo, compañía, también puedo necesitarlos pero más
esporádicamente. Lo difícil es que una persona reúna la capacidad de responder
o de satisfacer todas esas necesidades. Y ahora te pido que seas comprensivo y
nos marchemos de aquí, tengo ganas de volver a mi departamento y que nos
despidamos, estoy cansada, sólo quiero acostarme y dormir.
(Los dos se visten separadamente, sin mirarse y se marchan resueltamente
sin hablar entre ellos)
Telón
ACTO IV
Escena Única
(El mismo living del departamento de Cecilia. Llaman a la puerta.
Cecilia cruza la escena y abre la puerta. Entra Omar)
Cecilia
¿A qué viniste?
Omar
(Está desencajado, pálido, ojeroso, con una calma artificial) Vine a
darte una terrible noticia, para mí por lo menos.
Cecilia
Dale, decime ¿De qué se trata?
Omar
De mi salud. Estoy muy enfermo, grave. Voy a morir
Cecilia
(Se alarma, pierde su compostura) ¿Cómo, qué decís, pero qué Tenés?
Omar
Cáncer, avanzado, un tumor. En el
colon según me dijeron después de practicarme una videocolonoscopia (Se sienta
y pone la cabeza entre sus manos. Cecilia se acerca y lo abraza, lo acaricia)
Me aprendí la dichosa palabra, la repetí mil veces desde que me dieron la
noticia.
Cecilia
¿Cuándo te la dieron?
Omar
Ayer
(Cecilia lo acaricia, lo besa. Se hace un largo silencio)
Cecilia
Tenés que tratar de ser fuerte
Omar
Trato, pero todo me debilita
Cecilia
No te dieron acaso un tratamiento, una terapia.
Omar
Me dijeron que no tiene solución quirúrgica porque hay metástasis
hepática y me harán quimioterapia. Ya se sabe, un tratamiento que te destruye,
te mata, peor que la enfermedad
Cecilia
Hay terapias alternativas y complementarias. Podés probar con alguna o
algunas.
Omar
No sé, no sé, me siento agobiado. Todo me da vueltas. Siento que me
queda poco tiempo.
Cecilia
Pero amor, no podés entregarte, Tenés que luchar, siempre luchar
Omar
¿Sabés qué es lo que más me afecta?
Cecilia
¿Qué? Decime
Omar
La sensación del tiempo limitado. Uno vive siempre sabiendo que se va a
morir pero como en circunstancias normales el cuándo es un horizonte impreciso
entonces se descansa en la sensación de que ese horizonte se irá corriendo
indefinidamente y que cuando llegue el final nos iremos sin darnos cuenta. En
cambio con una enfermedad terminal el horizonte se detiene, se levanta como un
muro, una pared infranqueable contra la que chocaremos, un agua certera que
sube hacia un techo en el que no cabrá ni siquiera nuestra nariz y en la que
nos ahogaremos sin escape posible, irremisible, irremediablemente.
Cecilia
Bueno (Le acaricia el pelo, lo besa en la frente), tenés razón, yo
también tengo la sensación del límite, del tiempo limitado. La tengo cada día,
a cada momento, mientras trabajo y no sólo en la oficina, acá, en mi
departamento, cuando escucho la radio y mientras meto las prendas cotidianas de
vestir, dormir o comer en el lavarropas, cuando las tiendo en el tender en el
balcón del fondo, cuando plancho, cuando me preparo algo para comer y voy de
aquí para allá en este espacio reducido, en este, a veces, ridículo espacio
reducido. Mi vida, me digo, es un espacio reducido, permanentemente reducido,
reducido por mí que me abroquelo y defiendo contra todo. Bueno, también la
enfermedad reduce, acota, tu vida. Tratá de tomarla como un acontecimiento más,
como un obstáculo más con el que tenés que lidiar, tenés que luchar. Serenate,
calmate, acotá vos también tu miedo, tu pánico como una respuesta puntual y
precisa a toda la adversidad que te acomete porque nos acomete a todos, porque
todos, con mayor o menor grado de conciencia, enfrentamos lo mismo.
Omar
A mí no me funciona en este momento ni en los que seguirán eso de “mal
de muchos consuelo de tontos . . .”
Cecilia
Mirá, no sé cómo llamarlo ¿Solidaridad, consuelo, simpatía, compasión?
Omar
(Interrumpiéndola, levanta la cabeza) ¿Amor?
Cecilia
¿Por qué no? Si, amor, amor. Amor contra el pánico, contra lo adverso,
contra lo izquierdo sombrío y paquidérmico, contra lo lúgubre y lóbrego de la
realidad.
Omar
(Habla como en una ensoñación, ahora con la cabeza en alto. Se
incorporará y caminará por el living) Siempre me ha parecido que el amor es
blanco. Lo he visto blanco como todo lo cordial, como todo lo ameno, como el
color del arroz con leche que me devoraba cuando era chico, como el de las
nubes bien blancas viajando por el cielo azul, como la nieve y las sábanas y
los delantales de ir al colegio, como las sonrisas de mi madre, mis tías, de mi
padre, de mis amigos cuando reflejan esa luz de la alegría o como la tuya, tu
sonrisa Cecilia cuando me recibías aquí mismo, cuando hacíamos el amor y lo
disfrutábamos. El color del amor es el blanco.
Cecilia
Y pongo el color del amor por encima de todo, contra todos y entre
todos, pero especialmente matizando la oscuridad, la sombra, para realzarla
para que tenga vida y esperanza. Te acordás que me traías rosas blancas, esos
ramos hermosos y en el medio tres rosas rojas.
Omar
(Conmovido y algo exaltado) Me acuerdo, sí que me acuerdo.Te entregaba, te entregué mi corazón(Se arrodilla frente a ella) Y quisiera pedirte perdón, quisiera que me perdonaras
Cecilia
(Ella lo levanta, lo abraza, se besan en la boca) Sí mi amor, la vida te disculpa, el amor, mi amor te disculpa.Yo recibí y recibo tu corazón, las rosas rojas de tu corazón en medio de las rosas blancas de tu amor y, aunque sea cursi, ridícula, aunque seamos cursis, ridículos, curémonos los dos en este amor y luchemos, luchemos juntos hasta el fin.
TELÓN Y FINAL DE LA OBRA
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