martes, 14 de enero de 2014

ADONIS





- Las noticias envejecen segundo a segundo, Lucho, hay que agarrarlas y no dejarlas escapar.
Eso me dijo mi socio porque agarré el periodico después de que él lo desvencijó y separó en todos los suplementos. Mi único placer era, además de mirar por la vidriera la gente que pasaba, leer las noticias. 
Tal cual. Era sábado, de mañana, algo fresquita. Estábamos aburridos, sin clientes. Nada que hacer. Entonces entró la fulana, la Beba. Le digo así porque ese es su nombre y porque viene siempre a la librería y le recomiendo libros. Pero ella ni me vio, fue directamente hasta donde estaba Juanjo, acomodando unos libros, de espaldas al pequeño mostrador con la caja registradora que es como nuestro púlpito. Si, porque nuestro Dios es el dinero, casi siempre poco, escaso. Lo que nos queda de ganancia después de nuestros compromisos con las editoriales es paupérrimo, lamentablemente. Como dije, la recién llegada se plantó sigilosamente ante la parte trasera de mi socio y lo llamó en un susurro por su nombre de pila, le dijo: "Te lo voy a aceptar". Por toda respuesta, Juanjo abrió la caja, o sea, el tabernáculo de nuestro culto, sacó un sobre abultado y se lo entregó. Ella lo beso en las dos mejillas, a la manera francesa y sin saludarme, sin verme, se fue. Juanjo suspiró y dejó escapar un "pobrecita" y como me vio con la boca abierta, mirándolo, me dijo:
- Ando sin un mango. Si me invitás a almorzar te lo cuento.
- Hecho.
Lo que más lo distinguía a Juanjo y lo que lo había hecho mi amigo, además de mi socio, era su bondad de corazón, la sonrisa ancha, la camisa abierta, el escudriñar constante de sus ojos negros inquietos que parecían adquirir intensidad y brillo cuando algo lo afectaba. Entramos en el bodegón al que él mismo me había invitado a comer infinidad de veces. Pese al mediodía la iluminación interior eléctrica del salón, a giorno, hacía parecer que ya se había hecho de noche y nos habíamos salteado la siesta. Como estaba fresquito pedimos vacío al horno con papas, plato del día, y dos vasos altos llenos de tinto de la casa puro casi hasta el borde. Brindamos, bebimos los primeros tragos y Juanjo  clavó su mirada de que algo lo afectaba en la mía que destellaría un poco reclamándole la historia de esa señora llamada Beba que lo había tuteado y de la que él comentó, alzándose de hombros, "pobrecita" cuando la mujer traspuso la puerta de la librería hacia la calle.
- Te dije que ando sin un mango y no me preguntaste por qué.
Lo seguía mirando pero ahora le destiné mi sonrisa más sobradora.
- Nos  quedamos sin caja, te comunico, porque le di toda la recaudación de la quincena a esta señora que vos sabés que se llama Beba porque muchas veces conversaste con ella cuando se encontraron en el kiosco. Incluso le recomendaste libros, o no?
Luego de que las comisuras de mi boca decayeran sin remedio por lo amargo de la noticia, asentí como si me declarara culpable de algo sin saber de qué, claro.
- Bueno, - siguió diciéndome Juanjo -  vos le recomendaste libros, películas, la trataste con respeto y simpatía, todo lo que quieras, pero, te observé y escuché, no pasaste de ahí. Digamos que el cariz o vertiente chismosa de tu personalidad sólo la ejercés conmigo, con los demás sos muy discreto.
- ¿Es un reproche?
- Tomalo como una observación. Te conozco y me doy cuenta de que sentís terror ante la mínima perspectiva de adquirir compromisos con la gente. Te comprendo porque yo soy igual de egoísta y no dudo que por eso nos hemos hecho tan amigos, además de socios.
- ¿Vos creés?
- Estoy seguro.
- Pero vos con esa mujer, Beba, no has sido nada egoísta ...
- Precisamente, a éso iba, ahí está la historia. Si le entregué toda la recaudación de la quincena fue porque,  entre otras cosas, aunque nunca te lo conté y te parecerá mentira, esa mujer es prima hermana mía.
- ¡Cómo y por qué nunca me lo contaste!
- Debo confesarte que fue por vergüenza, porque pese a ser mi prima hace algunos años fuimos amantes, vivimos una relación bastante apasionada. Ella casada, yo solterón pero siempre bien recibido en su casa, por su marido incluso y sus hijos ...
- Tus sobrinos segundos ...
- Exactamente. Te lo digo y se me pone la piel de gallina. No sólo por mi obvia falta de respeto a la familia sino también porque de mi relación con la Beba nació mi cuarto sobrino segundo ...
Juanjo hizo un silencio que se encadenó con el de la llegada del vacío al horno con papas y se prolongó un poco más todavía mientras la mesera nos ponía los platos bajo los torsos y nuestras manos se apoderaban de los cubiertos en un movimiento reflejo. Yo sentía haber recibido algo así  como una descarga eléctrica. La confesión de Juanjo me había dejado como debe quedar un boxeador después de la primera trompada importante recibida en un match por el título. Así que me puse en guardia. Más que dolido por el dinero que habíamos perdido sentí un vago temor a lo que podría seguirse de la historia recién comenzada.
- Pero, ¿el marido de tu prima no sospecha que su último hijo podría no ser suyo?
- No sólo sospechó, tiempo pasado, sino que Beba, mi prima, le confirmó que el hijo no era de él.
Había introducido el primer bocado de vacío recién cortado con un trozo de papa entre mi paladar y mi lengua y lo tragué de un  golpe sin masticarlo y sin atragantarme. Me apresuré a tomar el vaso de tinto y bebí un grueso y largo torrente del borgoña para tratar de digerir el pedazo de cosa que había despachado hacia mi estómago. Después respiré y quedé con la boca y los ojos abiertos durante unos segundos. Juanjo siguió:
- De ésto hace seis años. Ante la inminencia del nacimiento decidimos poner fin a la relación. Pero hace un mes más o menos se presentó la novedad de la separación de mi prima Beba con su marido. Aunque ella no dijo quién era el padre, el marido la intimó a que abandonara el hogar conyugal con el hijo y ella aceptó enseguida porque además era lo que quería. Resultado: viene a mi departamento a vivir conmigo y con nuestro hijo, algo que me pidió y a lo que no pude negarme. También lo va a inscribir en un colegio privado porque no consiguió vacante en una escuela pública para que empiece su primer grado. Demás está decir que tampoco pude negarme a  tomar a mi cargo los gastos que eso significa, para empezar la matrícula y la primera cuota por adelantado ...
No paré de masticar el vacío y la papa y, curiosamente, recordé que la noche anterior había soñado que era una joven núbil, rica, grácil y codiciada, que vivía en una gran mansión y que me había recibido de profesora de Tenis. Tal vez en la parte que no recordaba Juanjo era mi padre. Ese sueño no tenía nada que ver con lo que me estaba contando mi socio pero me había dejado una sensación rara de bienestar. Deducía que otra vida, completamente diferente para mí, incluso con otro sexo, era posible más allá de la que en realidad vivía; hombre de mediana edad con socio tonto que trabaja todos los días en su propio establecimiento de venta de libros sin sacar siquiera para poder tomarse unas vacaciones. Creo que más que masticar rumiaba mi mala suerte mientras lo escuchaba a Juanjo explicarme su estado de nuevo padre a sus cincuenta y cinco años. Con la esperanza puesta en mi sueño de otra vida que me daba paciencia para soportar ésta le pregunté a Juanjo a cuánto había ascendido la recaudación que ahora serviría para la educación de su hijo.-
- Seis mil quinientos pesos exactos ...
- ¡Ah, qué bien!
- Ahora te pregunto yo: ¿ es un reproche, hay alguna ironía en tu exclamación?
Nos habíamos acostumbrado a emplear el humor en nuestro trato cotidiano. Pero, ese mediodía, mi socio había conseguido quebrarme el humor; lo estaba masticando junto a la carne y al tubérculo y empiné otra porción de líquido tinto para ayudarme a tragarlo. Para darme tiempo dije:
- ¿Cómo se llama tu hijo?
- Adonis. Su padre aparente le puso ese nombre de recién nacido porque lo vio demasiado hermoso ... 
- Vos sabés que Adonis nació de una relación adúltera e incestuosa.- La versión mítica más comunmente aceptada es que Afrodita instó a Mirra a cometer incesto con su padre, Ciniras o Tías, rey de Esmirna o Siria.- 
- Bueno, yo no soy rey pero, sin duda, soy el padre.- Además Beba no es mi hija sino mi prima ...
La cuestión mitológica vino como anillo al dedo a partir del nombre de la criatura porque me permitió apaciguar el enojo por el dinero perdido y mostrarme compresivo con mi socio.- Comencé a pensar que son pocas las ocasiones que uno tiene en la vida para demostrar o ejercer una verdadera comprensión por el otro evitando juzgarlo.- Seguí suponiendo y fantaseando con mi sueño. No sólo ahora era una joven rica, núbil, grácil, profesora de tenis, también era la hija de un rey y un secreto inconfesable se escondía puertas adentro. El joven Adonis ya casi con seis años cumplidos había venido a confirmarlo.

Amilcar Luis Blanco (Una reproducción del siglo XIX de un bronce griego de Adonis encontrado en Pompeya)

3 comentarios:

  1. Muy buena entrada ! Me hubiera encantado seguir sus actualizaciones pero no encontré el link de los seguidores.Saludos!

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  2. Gracias Idolidia (nombre que jamás había leído u oído pero que me parece pleno de significaciones desconocidas)por tu incursión en mis prosas. He ido a tus blogs y te he dejado comentarios. Un beso.

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    Vengo a dejarte mi saludo
    mis ganas por la vida
    lo que me gusta como escribes
    y lo que dejas en cada uno de nosotros
    despues que te leemos

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