domingo, 9 de junio de 2013

DESENMASCARAMIENTO





















- Si fuéramos verdaderamente amantes de nuestras libertades deberíamos copular en el primer encuentro y hacerlo, además, con toda la dedicación de que seamos capaces, para que nos saliese lo mejor posible ...
- Y, sí, comparto - dijo el checo, que había estado chupando el mate y haciéndolo sonar más de una vez.-
- ¡Eh, ché! ¿Cuánto más jugo le querés sacar? No tiene más hermano, no tiene más.
El que hablaba era Jacinto y estaban los dos solos. Al checo le decíamos el checo porque había venido de muy chiquito, meses, con sus padres desde Checoslovaquia. Eso fue después de la guerra, en el primer gobierno de Perón, cuando en el barrio no todos tenían radio y mi viejo recibía a los vecinos en el almacén, donde había puesto tres mesitas con sillas para que jugaran a las cartas, tomaran un vino o un café y, entre otras distracciones, especialmente los domingos cuando trasmitían los partidos de fútbol, época de Fioravanti y Aróstegui, pudieran escuchar la radio.- Mi viejo era peronista por aquel entonces y únicamente los peronchos eran bien recibidos en esas tertulias.
Ahora estaban ellos dos solos después de cincuenta años y yo los miraba, ya viejos, alardear y conversar como cuando teníamos doce, desde atrás del mostrador. Había también hasta una pantalla como la que tenía en mi departamento para que pudiesen mirar los partidos. Ahora también, mis padres muertos, mi hermana Laura deambulando por ahí con sus tangos y siempre liada con algún chupasangre y yo solo, en el departamento del centro cuando dejaba el bar, como el fulano de viejo smoking en cuanto a la tristeza que atacaba de vez en cuando, pero como el elegante para mí mismo ¿ Por qué ? Y bueno, hagan la cuenta, minas, las pagaba y las tenía, televisor de cuarenta y dos pulgadas para ver las películas que quería, incluidas las porno, bebidas, un minibar en el que incluía cognac, whisky, cubanas sello verde y sello rojo todavía, caña, ginebra y gin, vodka, tequila, oporto, vermouths de todas las marcas,  champan de las mejores, anís de los hermanos y hasta licores de huevo, chocolate, dulce de leche, en fin, lo que quisiera.-
Así que de vez en cuando los invitaba y nos mandábamos esas fiestas populacheras, pedíamos el asado a la parrilla de la esquina, el helado a la heladería de la otra esquina y siempre tenía en el freezer en el lavadero dos cajones de cerveza rubia y uno de la negra.
Jacinto decía lo que había dicho pero la verdad era que en esas reuniones nadie dejaba de hacer lo que le venía en gana. Invitaban a sus amigas y andaban con ellas por los rincones y tirados sobre los sofás o las alfombras. Se fumaban porros y hasta se daban narigetazos y si no llegaban a la cópula no andaban lejos y no era porque yo, el dueño de casa, se los prohibiera. Sería que les faltaban fuerzas. Yo no le daba bolilla al narigetazo aunque de cuando en cuando me fumaba algún porrito y me encerraba en mi dormitorio con Susy.
Susy era casi una devota. Se deslizaba callada y - en lenguaje futbolero- me ganaba los laterales. Cuando quería acordar la tenía al lado como una gatita y empezábamos a mimarnos y besuquearnos. De a poco, paso a paso, beso a beso, entrábamos como en un vendaval y antes le ponía llave a la puerta del dormitorio. No nos fueran a encontrar en nuestra íntima desnudez.
Pero lo que más me obligaba a ella, por decir así, era el desenmascaramiento constante que hacía de mi persona. Sí, porque antes de Susy estuvo Milly, antes de Milly, Elena, antes Rosaura, y antes todavía, Ámbar, todas importantes, todas me enamoraron, cada una con sus cosas, pero Susy, Susy me desenmascaró y además me hacía reír. Un día me dice:
- Mirate los pantalones, la camisa, la gomina en el pelo, por Dios. Sos tu viejo, en paz descanse, che, sos tu viejo.
- ¿Por qué me decis eso, Susy?
- Pero, por Dios, Luigi, llevás el almacén pegado
- El bar querrás decir, en todo caso - me ofendí. Con justa causa, ¡eh!, porque el almacén se había transformado en bar. Fui vendiendo todo, reponiendo sólo bebidas, lo modernicé. En fin, hasta una mesa de pool y de billar le puse.
- Vos sos el bar, tu padre era el almacén - dijo entonces Susy, después agregó:
- Mirá, tu gran valor para mí es que sos un tipo libre. Antes que  vos un tipo casado con el que nos gustábamos me tiró los galgos. Me dijo: - ¿Puedo ir a tu departamento?-. Le dije: - ¡Eh, viejo! pero ¿qué pasa? -¿Se terminaron los paseos a la luz de la luna, las idas a la milonga, al cine, a cenar, al teatro, a caminar por la costanera ...?- ¿Sabés lo que pasa? - me interrumpió - Soy un hombre casado.- ¡Ah, sí! ¿Y a mí, qué carajo me importa? - le dije.
Susy se me quedó mirando entonces. Esperaba mi respuesta.
- Pero lógico lo que le contestaste, estuviste muy bien. Pero, no entiendo, ¿qué tendría eso que ver?
- ¿Qué cosa? - preguntó Susy como si volviera de aquélla conversación
- Eso, que yo sea el bar, que sea libre, con lo que me acabás de contar.
- Eso, precisamente eso tiene que ver. Vos sos el bar, sos libre, no sos casado y te puedo elegir cada vez. Tu viejo estaba casado con el almacén ...
- Sí, además de con mi vieja, en paz descansen los dos, viejitos queridos.
- Lo que te quiero decir es que vos, en cierto modo, con tu gomina, tus camisas, esos pantalones de obrero, seguís casado con tu pasado de almacén ¿Entendés?
- No
- Más claro. Cuando nos acostamos y la pasamos tan bien en la cama es porque te deseo, es un impulso, si te veo demasiado metido en tu pasado es como que me producís cansancio, aburrimiento, ganas de no estar con vos, ¿entendés? Menos de acostarme ¿Entendés por fín?
No supe qué contestarle y, desde esa vez, estoy con ella y ya no uso gomina, me pongo remeras de manga larga, buzos, a lo sumo vaqueros. En fin, me desenmascaró, cambié, para mejor creo.

Amílcar Luis Blanco  ("Desnudo" por Egon Schiele)

10 comentarios:

  1. Cambiar para mejor
    Es muy sabio lo que dices
    y muy sabio
    tu cuento entero...
    Yo los prefiero a gomina. machos los de antes. ahora son solo teros
    Un abrazo enorme

    ResponderEliminar
  2. Muy buenos diálogos, Amilcar, no es fácil hacerlos creíbles, pero vos lo lograste e hiciste que el conjunto del relato te quedase muy bien.
    Un abrazo.
    HD

    ResponderEliminar
  3. Los cambios, cuánto cuesta hacerlos a veces aunque sean para mejor.
    Las personas nos acostumbramos al día a día, y aun sin gustarnos mucho aguantamos, en el cambio hay que hacer esfuerzos y a veces eso no entra en nuestro pensamiento, y el cambio nos descoloca. Un abrazo sabio amigo.

    ResponderEliminar
  4. Cambiar para vivir, sorprender, renovarse y seguir adelante, gracias Mucha.

    ResponderEliminar
  5. He leído tus relatos Humberto y si mis diálogos te parecen buenos, los he logrado, gracias

    ResponderEliminar
  6. Es cierto, Lola, las personas nos acostumbramos al día a día, gracias, un abrazo.

    ResponderEliminar
  7. GENIAL TU BLOG y el carisma con que escribes

    ResponderEliminar
  8. Gracias, Mi vida, he ido a tu blog y he leído todo y me parece también que, no obstante la pésima traducción, tus escritos tienen o encierran contenidos muy verdaderos.-

    ResponderEliminar
  9. Gracias por tus siempre maravillosas palabras de encuentros entre los que nos creemos poetas en el amor

    ResponderEliminar
  10. Gracias a vos, Mucha, siempre tan inspirada, breve y feliz en significaciones en tus poemas.

    ResponderEliminar

Cualquier comentario es bienvenido pero me reservo el derecho de suprimir los que me parezcan mal intencionados o de mal gusto.